Es natural buscar fuentes externas para explicar nuestras circunstancias y emociones. Cuando nos enfrentamos a dificultades, es tentador culpar a otros por apagar nuestra luz, por robar nuestra felicidad y vitalidad. Pero, ¿y si reconsideramos nuestra perspectiva? ¿Y si consideramos que nuestra luz interior no es un interruptor que alguien más controla, sino una llama que arde en nosotros?
La ilusión de que alguien más tiene el poder de apagar nuestra luz interior surge de una falta de autoconciencia y autenticidad. Cuando nos sentimos desanimados o abatidos, puede ser más fácil culpar a los demás o a las circunstancias que asumir la responsabilidad de nuestra propia respuesta. Es como si creyéramos que la fuente de nuestra luz está fuera de nosotros, cuando en realidad reside profundamente en nuestro ser.
Una perspectiva más empoderadora es la de reconocer que somos dueños de nuestra luz interior. Aunque las circunstancias externas pueden influir en nuestros sentimientos y emociones, la verdadera fuente de nuestra fuerza y positividad proviene de nuestra propia esencia. En lugar de culpar a otros por apagar nuestra luz, podemos aprender a nutrir y proteger nuestra luz interior, incluso en medio de la oscuridad.
Similar a cómo una linterna brilla más intensamente en la oscuridad, nuestra luz interior puede brillar aún más cuando enfrentamos desafíos. Los momentos difíciles son oportunidades para cultivar la resiliencia y la determinación. En lugar de lamentarnos por lo que parece haber sido apagado, podemos usar esos momentos para avivar nuestra llama interior y descubrir nuevas profundidades de fortaleza.
La creencia de que alguien más tiene el poder de apagar nuestra luz también puede estar arraigada en la comparación y la búsqueda de validación externa. Cuando buscamos la aprobación de los demás o nos comparamos constantemente con los logros y éxitos de los demás, damos a otros el control sobre cómo nos sentimos. Pero la verdadera autenticidad surge cuando dejamos de depender de la validación externa y comenzamos a confiar en nuestra propia valía y poder.
En última instancia, el problema no radica en la posibilidad de que alguien más apague nuestra luz, sino en la percepción de que también se llevó el interruptor. Nuestra luz interior es inherentemente nuestra, y siempre podemos reavivarla incluso en los momentos más oscuros. La autenticidad, la autodeterminación y la autoconciencia son los elementos clave que nos permiten mantener nuestra luz ardiendo con fuerza a pesar de las dificultades.
En el camino de la vida, enfrentaremos obstáculos y desafíos que podrían tentarnos a pensar que alguien más controla nuestra luz interior. Sin embargo, recordemos que somos los guardianes de nuestra propia llama. En lugar de dar el poder a las circunstancias externas, podemos mantener nuestra luz interior encendida con la confianza de que tenemos la capacidad de brillar incluso en medio de la oscuridad.
